LINDBERGH Y RYAN AERONAUTICAL
 
 
     
 

Durante los dos meses que se emplearon en construir el avión, designado NYP por Ryan, Corrigan y el resto del equipo frecuentemente trabajaron hasta pasada medianoche. El mismo Corrigan ensambló las alas, e instaló los tanques de combustible y el panel de instrumentos. Lindbergh también pasó mucho tiempo en la fábrica, supervisando los trabajos.

Corrigan recordaría después que todos en la factoría parecían muy motivados por Lindbergh y su objetivo. Aparentemente, Lindbergh estaba igualmente impresionado por la mentalidad de los empleados, y escribiría sobre ellos: “Están tan ansiosos como yo de construir un avión que pueda alcanzar París”.

Ryan cumplió los plazos de Lindbergh completando el avión dentro de lo previsto, y Lindbergh trasladó el aparato de San Diego a St. Louis en mayo de 1927, después a la ciudad de Nueva York, y de allí, naturalmente, partió hacia París.

Corrigan y sus compañeros enloquecieron de alegría cuando llegaron las noticias de que Lindbergh había alcanzado París. Los trabajadores de Ryan Aeronautical subieron a sus automóviles y condujeron por toda la ciudad anunciando a gritos la noticia. Pero Douglas Corrigan no quiso ser un espectador pasivo de aquel acontecimiento.

Decidió entonces que él mismo repetiría la hazaña de cruzar el Atlántico.

Los trabajadores de Ryan Aeronautical ante el "Spirit of St. Louis". Douglas Corrigan es el sexto por la derecha.

Ryan Aeronautical había construido el que era ahora el avión más famoso del mundo, y su negocio súbitamente se relanzó. La fábrica se trasladó a St. Louis en octubre de 1928, pero Corrigan decidió quedarse en California y se empleó como mecánico en una nueva compañía que se llamaba Airtech School, operada por el Servicio Aéreo de San Diego. Cuando empezó sus actividades, la Airtech School estaba saturada con 50 alumnos haciendo prácticas cada día. La única oportunidad de volar para Corrigan era la hora del almuerzo.

Douglas amaba la acrobacia, especialmente las chandelles pronunciadas, que realizaba nada más dejar el suelo. Corrigan hacía frecuentemente 10 u 11 chandelles seguidas. Cuando al bajar otros aviadores le reprendían, Corrigan sonriendo inocentemente, contestaba: “¿Dónde está el peligro?”.

Pero sus colegas ganaron la partida y la compañía prohibió a Corrigan hacer acrobacias con los aviones de la empresa. Consecuentemente, Douglas dejó de hacer acrobacias cerca de la escuela y se desplazaba a un pequeño aeródromo junto a la frontera mexicana para hacerlas.

En 1930, Corrigan se trasladó a Nueva York con un amigo para trabajar en el aeródromo Roosevelt haciendo giras de acrobacia por toda la costa este. Él y su socio aterrizaban junto a ciudades pequeñas y reunían gente para venderles bautizos. El negocio iba bastante bien y algunas veces podían reunir hasta 140 $ en una semana.

Cuando en 1933 Corrigan decidió volver a California, empezó a buscar un avión con el que hacer el viaje. Buscaba un aeroplano barato, porque carecía de automóvil. Pronto encontró un Curtiss Robin a 325 $. “Parecía estar bastante bien, y volaba correctamente”, dijo. Partió hacia la costa oeste pocos días después de comprar el avión. Esperaba hacer escalas cada 100 millas aproximadamente y recoger pasajeros para reunir algo de dinero mientras viajaba.

El Curtiss Robin J1 adquirido por Corrigan en 1933

En una ocasión, volando con poco combustible, pasó sobre varias ciudades sin encontrar un campo apropiado para aterrizar. Finalmente tuvo que bajar sobre un terreno lleno de maleza. Fue una toma accidentada, y una de las ruedas golpeó con un árbol talado y dañó el tren de aterrizaje.

Afortunadamente, había un corral en las cercanías al que Corrigan se dirigió, encontrando unos pocos trozos de madera y unos metros de alambre de cerca, lo necesario para hacer una rápida reparación. Pidió algo de gasolina de tractor a un granjero, y voló hasta la siguiente escala en la que reparó el avión completamente.