Corrigan, sin embargo, no tenía intención de permanecer mucho tiempo en tierra. Visitó la mayoría de los aeródromos de los alrededores de Los Angeles para conseguir vuelos en otros aviones. Pero como su propósito era volver a volar con su avión, reconstruyó el motor de su Curtiss y lo hizo inspeccionar de nuevo.
El Inspector Federal que examinó de nuevo a “Rayo de sol” dictaminó que estaba lo bastante bien como para certificarlo como experimental. Corrigan recibió la autorización para hacer un vuelo sin escalas a Nueva York y después completar la vuelta a Los Ángeles.
Para preparar el viaje, Corrigan hizo varias pruebas de consumo de combustible a varias velocidades y finalmente descubrió que la mejor velocidad para su Curtiss Robin era de 85 mph. Después estudió la meteorología.
Douglas Corrigan despegó de Long Beach el 7 de julio de 1938. Encontró turbulencias mientras atravesaba el desierto y voló sobre una tormenta de arena en Nuevo México. Después siguieron ráfagas de lluvia y enormes relámpagos. Para no consumir combustible extra rodeando la tormenta, cruzó a través de ella. Afortunadamente, la apuesta le salió bien y en una hora alcanzó aire tranquilo.
Hacia el final del viaje, el tanque principal tuvo una fuga de combustible, y Corrigan dudó de poder hacer el vuelo sin escalas. Decidió mantenerse en vuelo hasta agotar el combustible. Abrió las ventanas de la cabina y sacó la cabeza, en parte para mantenerse despierto y en parte para evitar el olor a combustible que invadía la cabina.
Corrigan con su avión en Floyd Bennett
En aquel momento, estaba consumiendo el último depósito de combustible, y sólo podía intuir la cantidad de líquido que quedaba en él. Pero se mantuvo en el aire. Fue capaz de encontrar viento de cola desde Filadelfia, y para la puesta de sol, alcanzó Nueva York y aterrizó en el campo Roosevelt. Sólo le quedaban 9 litros de combustible cuando tocó tierra.
Después de examinar el avión, Corrigan decidió no hacer nada con respecto a la fuga de combustible porque desmontar el depósito y arreglar la pérdida le hubiera llevado semanas. Estaba impaciente por comenzar su viaje soñado. Presentó un plan de vuelo de Nueva York a California, justo como correspondía a la certificación expedida. Y el único mapa que tenía era de los Estados Unidos. El 16 de julio voló al aeródromo Floyd Bennett y llenó los depósitos de combustible. A las 4 de la madrugada siguiente estaba listo para partir. |